Si nos pidieran a nosotros que hiciéramos una lista de los diez lugares principales que quisiéramos visitar, no muchos de nosotros incluiríamos una visita al consultorio del dentista. En las películas y en la televisión, esas visitas se muestran como aterradoras y unas en las que sudamos bastante.
Este temor, con la tecnología dental moderna, es injustificado. Ya han pasado los días en que veíamos pacientes atemorizados con los puños cerrados y amenazados por un cruel dentista.
El mayor temor en el mundo actual puede ser el impacto financiero que usted y su familia puede sufrir luego de su visita al consultorio del dentista, de acuerdo a una nueva encuesta encargada por el proyecto sin fines de lucro Proyecto sobre la salud dental de los niños.
Una nueva encuesta revela que el acceso y la disponibilidad de cuidado dental pueden seguir interponiendo obstáculos en la salud de muchos estadounidenses. Alrededor de cuatro de 10 adultos (37%) encuestados dijeron que durante los últimos 12 meses, ya sea ellos o algún familiar habían retrasado su visita al dentista por temas de costos de dinero en efectivo.
Hay posibilidades de que usted o alguien que conozca haya tenido un dolor de muelas en algún momento. ¿Rápidamente corrió al teléfono para hacer una cita con su dentista? Hay posibilidades de que la respuesta a esa pregunta sea no.
En la misma encuesta, alrededor de un tercio (32%) de los encuestados informaron que ellos o algún familiar tienen un «dolor de muelas u otro problema dental con sus dientes o encías que deberían abordar». Estos resultados para estas dos preguntas no han cambiado prácticamente desde setiembre de 2013.
El gobierno seguramente puede tener un papel importante en el alivio de esta carga financiera.
Incluso aquellos con excelente cobertura dental, el mejor modo de reducir tales obstáculos es prevenir la enfermedad en primer lugar. Hay oportunidades más importantes para aseguradoras privadas y programas públicos tales como Medicaid y CHIP para priorizar la prevención y tratar las caries dentales como la afección crónica que realmente es. Al prevenir la transmisión, detener la enfermedad en sus trayectos y brindar a las familias las herramientas que necesitan para mantener una salud oral óptima, ahorraremos dinero y reduciremos el sufrimiento.
Es hora de hacer que el hábito de ir al dentista sea tan importante como tener lentes nuevos o hacerse el control físico anual. Necesitamos dejar atrás nuestros temores de consecuencias físicas o financieras. Una vez que lleguemos a ese punto, podremos sonreír de oreja a oreja sin temores.